La izquierda reformista contra el centro liberal: Mélenchon contra Macron

12.06.2022

Por Nicolás Fernández

El pasado 24 de abril, Enmanuel Macron fue reelecto como presidente de Francia, (cargo que ocupará durante los próximos cinco años) tras vencer ampliamente a la ultraconservadora Marine Le Pen.

Pero la sorpresa de estas elecciones presidenciales no fue ni la entrada de la ultraderecha en la segunda ronda (como ya sucedió en 2017), ni la ya anunciada victoria del centrista y liberal Emmanuel Macron. La mayor victoria que encontramos en este proceso electoral, fue la existencia de un candidato izquierdista que se quedase a las puertas de esa ansiada segunda ronda. Mélenchon, cabeza visible de la izquierda reformista, consiguió una clarísima victoria frente al resto de candidatos izquierdista. Su éxito es aún mayor entre los votantes más jóvenes.

El 10 de abril (día en el que se celebró la primera ronda de las elecciones francesas) todo el mundo pensaba que Mélenchon, tras quedar tercero y por tanto fuera de la segunda ronda, se estaba despidiendo con ese ya famoso "Los jóvenes me dirán: todavía no hemos llegado. Así que les digo: háganlo mejor".

Todo esto no tendría una mayor relevancia, si no fuese porque el mismo Mélenchon unos días después de su derrota dejó claro a sus seguidores que "aún quedaban unas elecciones por disputarse". Y es que el candidato izquierdista ha conseguido unir a toda la izquierda reformista francesa detrás de la NUPES "Nouvelle Union Populaire Écologique et Sociale" (Nueva Unión Popular Ecológica y Social). Haciendo que tanto socialistas, como ecologistas y eurocomunistas hayan tenido que transigir con el hecho de que Mélenchon y la Francia Insumisa (partido político que fundó) encabecen las listas conjuntas.

Esta "elección por disputarse" es ni más ni menos, que la elección legislativa, la cual se celebra entre el 12 y el 19 de junio y en la cual se elegirá a los 577 diputados de la famosa Asamblea Nacional. Hoy será la primera ronda y el próximo domingo la segunda.

Macron, al que este anuncio le pilló a contrapié (todavía le quedaba ganar una segunda ronda contra la ultraderechista Marine Le Pen), tardó en reaccionar. Y aunque parecía que no iba a hacer nada, hace unas pocas semanas movió ficha. Y es que el ya elegido presidente francés decidió nombrar a la progresista Élisabeth Borne como primera ministra en sustitución del conservador Jean Castex. Este movimiento busca asegurarse la lealtad del ala más progresista de su coalición, así como el voto del ala progresista de la sociedad francesa. Porque aunque las encuestas le dan la victoria a los centristas en las elecciones legislativas, la NUPES es la única formación que amenaza ese control del parlamento.

Muchos estaréis sorprendidos de este cambio de guión, ¿Cómo es posible que si tan solo hace unas semanas el debate político nacional se dividiese entre el centro liberal o a la extrema derecha, ahora ese debate se divida entre el centro liberal o a la izquierda progresista? ¿Dónde ha quedado la extrema derecha?

Pues tanto Le Pen como Zemmour, como todas las opciones extremistas en general, se ven muy perjudicados por el sistema electoral francés. Este requiere una mayoría absoluta para ser elegido en primera ronda, o en su defecto quedar el primero en una hipotética segunda ronda (para la cual califican los candidatos que superen el 12% de los sufragios). Por lo tanto, aunque el partido de Le Pen consiga alrededor del 20% de los votos en esta primera ronda, terminará consiguiendo muy pocos escaños.

Por otro lado, y para terminar con esta pequeña radiografía de la actualidad política francesa, la izquierda trotskista ya ha anunciado que no apoyará a aquellos candidatos de la NUPES que sean más moderados. Es decir, que pertenezcan al Partido Socialista o a los ecologistas.

Antes de entrar en la clave electoral, es importante señalar la baja participación que se prevé para estas elecciones legislativas, y es que como ya se demostró en las elecciones presidenciales, Macron fue el elegido, pero no el querido.

Estamos ante un gobierno caduco, que ha provocado y generado un gran descontento en la sociedad francesa, pero que cuenta con una ventaja indudable y es que tiene a la oposición dividida entre el sector más reaccionario de la sociedad y el más progresista de esta. Una oposición incapaz de ponerse de acuerdo por razones obvias, por lo que ahí resiste Macron, al mando de un país que en su mayoría no le quiere.

Hace tan solo unos meses una serie de jóvenes "politólogos" estatales (perlas como Elisabeth Duval o Alán Barroso) hablaban de una "juventud reaccionaria" tras haber votado uno de cada tres jóvenes franceses en unas elecciones municipales. Es decir, reducían la política al voto, para después cuando esta juventud dio un gran apoyo al candidato izquierdista Mélenchon, tildar a los jóvenes franceses como: "ni reaccionarios, ni inmovilistas".

La juventud francesa, como todo ente social, tiene detrás miles de circunstancias políticas que trascienden mucho más allá del voto. Reducir la política al voto, sea en tu contra o en tu favor, es una clara muestra de la incapacidad de ver más allá de las elecciones, y por lo tanto de la incapacidad de realizar un buen análisis político que tienen muchos de nuestros "politólogos" estatales. Por ello, aunque estemos ante un proceso electoral importante, me gustaría recalcar que la política trasciende mucho más allá de este o el próximo domingo. Unos jóvenes o unas madres organizándose es política y normalmente mucho más influyente que un voto cada cuatro años.

La política francesa no se detendrá por otros cinco años después del próximo 19 de junio, lo que se detendrá será el proceso electoral. La política volverá nada más el primer francés levante su cabeza para volver a empezar su rutina bajo un sistema económico y social previamente determinado.

Volviendo con la clave electoral y es que muchos analistas franceses han señalado varias claves que serán decisivas de cara a quien consiga finalmente hacerse con el control de la Asamblea Nacional.

En primer lugar está la participación. La movilización que consiga llevar a cabo la izquierda va a ser clave, de ella dependerá en muchos barrios la entrada del candidato izquierdista o del candidato liberal.

Y en segundo lugar, el voto de la ultraderecha de cara a la segunda ronda. Esta toma verdadera relevancia en la Francia rural. En muchas de esas circunscripciones en las que la extrema derecha conseguirá en torno al 15-20% de los votos, su papel será determinante.

En un contexto normal se esperaría el apoyo al bloque liberal, pero tras cinco años de un gobierno muy impopular y de represión máxima a todo tipo de protesta, es posible que mucho votante de la ultraderechista Marine Le Pen se quede en casa en una hipotética segunda ronda. Igualmente, debido al sistema electoral francés, la figura pública de cada candidato en cada circunscripción cobrará mucha importancia, por lo que cada caso será único y será mucho más difícil poder prever una tendencia de cara a la segunda ronda.

De momento las encuestas dan muy igualados a la NUPES y a los liberales de Ensemble en su lucha por el voto popular, pero veremos a cuantos candidatos y con qué posibilidades consigue pasar cada formación a la segunda ronda. De momento, en las circunscripciones otorgadas a los franceses en el extranjero, ambas fuerzas empataron con diez candidatos pasando a segunda ronda (de los once posibles). Fue noticia en España el fracaso del exprimer ministro Manuel Valls de llegar a la segunda ronda.

En una semana, Francia elegirá un proyecto para los próximos cinco años: o la socialdemocracia proteccionista de Mélenchon o de nuevo el liberalismo económico de Macron. Y esa decisión comienza hoy.


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar