Filipinas: El hijo del dictador Marcos aplastó y será presidente

13.05.2022

Por Felipe Galli

El lunes 9 de mayo tuvieron lugar en la República de Filipinas las elecciones generales para renovar la presidencia, la vicepresidencia, ambas cámaras del Congreso y un sinnúmero de autoridades municipales y regionales. De acuerdo con los resultados provisionales y a la espera de que se complete el complicado escrutinio definitivo, el ultraderechista Ferdinand Marcos Jr. (apodado "Bongbong") resultó electo presidente por aplastante margen al sumar el 58.9% de los votos sobre el 28.1% de la progresista Leni Robredo, vicepresidenta saliente y candidata del Partido Liberal. La compañera de fórmula de Marcos, Sara Duterte, alcaldesa de Davao e hija del presidente saliente (Rodrigo Duterte), habría obtenido un resultado similar en la contienda separada por la vicepresidencia. ¿Qué pasa en Filipinas? ¿Quién es el nuevo (o no tan nuevo) mandatario y qué representa para la nación asiática?

Apodado el Trump filipino por algunos medios, "Bongbong" es hijo de Ferdinand Marcos, que gobernó Filipinas con mano de hierro durante más de dos décadas y murió en el exilio en 1989, tres años después de dejar el poder, acusado de graves abusos a los derechos humanos, actos de corrupción sin precedentes en el mundo y toda clase de crímenes. Tanto Bongbong, que ejerció como vicegobernador del feudo familiar en Ilocos Norte durante la dictadura y luego como gobernador electo en democracia, como el resto de su familia enfrentan acusaciones similares y siguen siendo a día de hoy objeto de investigaciones e imputaciones.

Total contraste todo lo anterior, confirmado por una enormidad de fuentes, con lo que "Bongbong" dice que fue el régimen de su padre. Su campaña, a diferencia de lo esperable, no se centró en ocultar su pasado. Todo lo contrario. El Clan Marcos, aún muy influyente política y económicamente en Filipinas, ha impulsado una campaña de desinformación a través de redes sociales, vendida como una suerte de revisionismo histórico, que pretende instalar la idea de que el régimen dictatorial fue una época dorada sucedida por una democracia inestable donde uno de cada cuatro filipinos son pobres, el desempleo ronda el quinto de la población y en plena pandemia hay cinco camas de hospital por cada cien mil habitantes.

Pero antes de entrar en detalles sobre los sucesos de estos últimos meses, ¿quiénes fueron realmente los Marcos y cómo fue su dictadura?

El Clan Marcos, una tiranía olvidada

Este año se cumplirán cincuenta años del fatídico 21 de septiembre de 1972. Ese día el presidente Ferdinand Marcos, elegido democráticamente en 1965, declaró la Ley Marcial, ejecutó un autogolpe de estado y asumió para sí la totalidad de los poderes del estado. Amparado en el anticomunismo y con el apoyo irrestricto del gobierno de los Estados Unidos, Marcos y su esposa Imelda (madre de "Bongbong") instauraron un régimen basado en el terror que se saldó con cientos de miles de arrestos, decenas de miles de torturados, miles de ejecuciones extrajudiciales y cientas de desapariciones forzadas.

Sin embargo, si algo caracterizó al régimen de los Marcos y sería aquello por lo que pasaría a la historia, es el casi ridículamente alto índice de corrupción. Marcos construyó una cleptocracia sostenida por una nueva generación de oligarcas, aliados suyos, a quienes otorgó concesiones madereras, mineras y petroleras, así como vastas extensiones de tierras agrícolas y urbanas en manos del estado. Desde esa posición construyó un "capitalismo de compinches" que sería la base de su larga permanencia en el poder.

Pero los Marcos no enriquecieron ilícitamente a sus amigos tanto como a ellos mismos. El hueco que los cónyuges dejaron en el erario público filipino, confirmado por investigaciones posteriores a su caída, ronda entre los cinco y los diez billones de dólares estadounidenses. Esta infame cifra hasta hoy figura en el Libro Guinness de los Récords Mundiales como "el mayor robo ejecutado por un gobierno en la historia". Documentales, libros y películas muy recomendados describen con detalle el ostentoso estilo de vida que la pareja mantuvo a costa del sudor y lágrimas de los filipinos, resaltando aspectos como la colección de más de tres mil pares de zapatos descubiertos en el armario de Imelda después del final del régimen.

El relato que "Bongbong" pretende instalar sobre la dictadura de sus padres como "una época dorada" choca con una dura realidad: la pobreza creció de un 41% al momento de su llegada al poder (1965) a un 59% al momento de su derrocamiento (1986) y el país todavía tiene deudas heredadas de ese período (se estima que no terminarían de resolverse hasta 2025). Gran parte de la crisis de deuda filipina provino de los enormes rascacielos que Imelda mandó a construir para crear una ilusión de progreso, los llamados "edifice complex" ("complejo de edificios" en referencia a que constituían una suerte obsesión para la Primera Dama).

El descontento popular por esta situación, exacerbado por el asesinato del opositor progresista Ninoy Aquino en 1983, llevó a Marcos a adelantar las elecciones presidenciales. En estos comicios compitió contra la esposa de su difunto rival, Corazon Aquino, un ama de casa de bajo perfil que no tenía experiencia política. Aunque Marcos reclamó la victoria según el resultado oficial, rumores de fraude electoral y un conteo paralelo que dio la victoria a Aquino llevaron a una revuelta popular generalizada, la "Revolución del Poder Popular", que llevó a los militares a abandonar a los Marcos. En febrero de 1986, luego de días de disturbios en la histórica avenida EDSA de Manila, el dictador y su familia huyeron del país rumbo a Hawái con la ayuda de Ronald Reagan. Aquino fue juramentada como presidenta, restaurando la democracia en Filipinas.

Esto ocurrió hace tan solo treinta y seis años. Sin embargo, la población filipina es muy joven. Se estimó que, para esta elección, siete de cada diez votantes eran menores de veinticinco años. Esto quiere decir que más del 70% de los electores habilitados no solo no recuerdan la dictadura, sino que ni siquiera la vivieron. No es extraño que la mayoría de la población se viera influida por la campaña de fake news impulsada por el equipo de "Bongbong", que vende el período de gobierno de su padre como una edad de oro en la que se fomentó el desarrollo de la nación.

La Filipinas actual: Duterte y la guerra a las drogas

Los sucesos del lunes, sin embargo, tienen un origen más inmediato. "Bongbong" llega al poder impulsado por la popularidad del actual presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que se retira profundamente repudiado en el exterior pero con un indudablemente alto índice de popularidad interna.

Duterte se lanzó a la política nacional filipina luego de siete polémicos mandatos (para un total de veintidós años) al frente de la alcaldía de Davao, tercera ciudad más poblada del país y mayor urbe de la isla Mindanao al sur del archipiélago, una región inestable azotada por conflictos, por ser hogar de la abultada minoría musulmana de un país católico y también antiguo epicentro de la insurgencia del Partido Comunista (del que aún quedan resabios) durante el régimen de Marcos. Las políticas de mano dura contra el crimen de Duterte, que efectivamente lograron una reducción marcada de la delincuencia en una urbe complicada, lo convirtieron en una personalidad destacada a nivel nacional e impulsaron su elección como presidente en 2016 por holgado margen.

El gobierno de Duterte se caracterizó por una creciente polarización de la sociedad filipina y un retroceso democrático agudo, lo que le atrajo críticas a nivel internacional. Su despliegue militar para combatir el narcotráfico, una "guerra a las drogas" local, lleva un saldo de más de 6.000 muertos. Duterte ha defendido en público la ejecución extrajudicial. En su campaña de 2016, fuera de prometer empleos o viviendas, declaró que "mataría a cien mil criminales" si resultaba electo y garantizó "mil indultos por día" a policías que ejecutaran delincuentes. Abandonará la presidencia envuelto en escándalos de violencia institucional, incluso con una denuncia ante la Corte Penal Internacional.

¿Quién es Bongbong Marcos?

Sin embargo, ni Marcos (que murió en Honolulu hace más de tres décadas) ni la anciana Imelda (que fue dos veces candidata con desastrosos resultados) ni, por supuesto, Duterte, ejercerán la presidencia de Filipinas a partir de junio. ¿Quién es Ferdinand Marcos Jr., alias "Bongbong", y cómo llegó a la presidencia?

Nacido en 1957, "Bongbong" vivió el final de su infancia y la totalidad de su adolescencia durante la dictadura de su padre. El propio Marcos no tenía una opinión demasiado favorable de su propio hijo, al que calificó de "despreocupado y perezoso".

Fue educado mayormente en el extranjero y contribuyó a generar una imagen familiar ordenada para su padre durante sus campañas electorales. "Bongbong" dice haberse titulado en Filosofía, Política y Economía en la Universidad de Oxford, cuando lo cierto es que reprobó dos veces la licenciatura y solo recibió un diploma parcial. Aún cuando Oxford lo refutó públicamente en 2015, el ahora nuevo presidente filipino insiste en afirmar que tiene dicho título.

"Bongbong" llegó a la política temprano, de la mano de su padre, cuando (con solo veintitrés años) fue elegido vicegobernador de Ilocos Norte, provincia natal del Clan Marcos. En 1983, con la renuncia de su tía por motivos de salud, asumió como gobernador pleno. Fue derrocado por la Revolución en 1986. Investigaciones posteriores lo vincularon con las violaciones a los derechos humanos ocurridas en su distrito, y determinaron que se benefició económicamente del saqueo generalizado orquestado por sus padres.

"Bongbong" se exilió tras su deposición y no pudo volver hasta la muerte de su padre, en 1989. En 1991 se postuló y fue elegido diputado por Ilocos Norte, en una clara maniobra para adquirir la inmunidad que le permitiría evadir los cargos en su contra. En 1998 retornó a la gobernación, donde se mantendría hasta 2007. De ahí retornó a la Cámara de Representantes y en 2010 se lanzó al Senado, obteniendo una de las doce bancas elegidas a nivel nacional.

En 2016, Marcos Jr. se postuló para la vicepresidencia en una reñida contienda contra la candidata del Partido Liberal, Leni Robredo. En esta ocasión la suerte no estuvo de su lado y perdió por un margen ínfimo de menos de 0,5% a pesar de obtener un abrumador triunfo en sus bastiones del norte y en casi toda la urbe de Manila. "Bongbong" desreconoció el resultado y denunció fraude electoral, protesta que fue desestimada.

Finalmente, lanzó su candidatura presidencial a finales del año pasado, con un discurso populista algo vago, centrado en la "unidad nacional". Le tocaría nuevamente enfrentarse a Robredo, que se postuló para la presidencia como la candidata de la oposición a Duterte, con una agenda progresista centrada en la transparencia de las instituciones. Ya durante la campaña se emitieron varias quejas por las declaraciones de Marcos, denunciando que estaba impulsando un "borrón y cuenta nueva" sobre los crímenes de su familia.

Incluso se interpuso un intento de descalificar a Marcos, invocando una condena judicial que pesaba sobre él por no haber declarado sus ingresos, así como la acusación de mentir sobre su carrera universitaria y no haber pagado derechos de sucesión (con una suma que ronda los cuatro billones). Sin embargo, el asunto quedó pendiente al momento de los comicios y fue finalmente desestimado cuando se supo que había ganado.

Todos estos baches y escándalos no le impidieron alzarse con un triunfo rotundo, de casi el 60% de los votos (31 millones de sufragios) sobre Robredo, que no alcanzó el 30%. A los bastiones en el norte se le sumó el respaldo de los Duterte, que le garantizó la fuerte base de votos en las islas del sur. La competencia fue mayormente polarizada. El tercer candidato más votado fue Manny Pacquiao, estrella del boxeo, que con su agenda conservadora de mano dura a la delincuencia logró recabar un 6.9% de las preferencias.

¿Qué puede llegar a pasar?

Por sí sola, la victoria de Marcos (que asumirá el cargo el 30 de junio) ya representa un triunfo para las campañas sucias, las fake news, la desinformación y, muy probablemente, la corrupción. No es raro que organizaciones destacadas en el ámbito de la defensa de los derechos humanos, la transparencia institucional y las libertades políticas hayan expresado su alarma anticipada.

A lo anterior se suma el abultado margen de la victoria (casi tres quintos de los votos), lo que podría darle al nuevo gobierno un mayor envalentonamiento y un importante grado de tolerancia pública para modificar radicalmente el sistema político filipino de desear hacerlo. En pocas palabras, sobre Filipinas se cierne la amenaza de una deriva autoritaria, en continuidad con el retroceso democrático padecido durante el mandato de Duterte. Los detractores más acérrimos de la dictadura temen que "Bongbong" decida imitar a su padre y declarar la Ley Marcial.

Filipinas se apresta entonces a ser quizás el exponente más claro y triste de una frase muy repetida: "los pueblos que olvidan su historia corren el riesgo de repetirla".


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